De todas las espléndidas obras que los Borbones crearon para embellecer y modernizar el Reino de las Dos Sicilias, la más preciosa es el Palacio Real de Caserta, proyectada por el arquitecto olandés Ludwig Van Wittel, en italiano, Vanvitelli.
Rey Carlos, biznieto de Rey Sol, quiso un nuevo Palacio Real, digna “morada” de un Soberano Borbón. Un Palacio Real cerca de Nápoles para que resultase el más grande y estupendo Palacio Real después de Versailles, en honor del nuevo Reino que iba a ser independiente y soberano.
Rey Carlos y la Reina fueron las guías inspiradoras por Vanvitelli sin obstacolar su proyecto originario. Se creó una perfecta unión de almas como Vanvitelli escribió en una carta a su hermano donde expresaba su felicidad por las alabanzas de los Soberanos y la concreta armonia del trabajo.
Cuando los Soberanos se fueron a Madrid en 1759, Vanvitelli lamentó los dias serenos de los años ’50: quejando por las absencias del Rey Católico cada vez terminaba una parte del Palacio Real (los espléndidos jardínes, por ejemplo); dijo una vez: «La fabbrica fa un bell’effetto, ma a che serve? Se vi fosse il Re Cattolico sarebbe molto, ora non è niente» [Cfr. Il Palazzo Reale di Caserta, por G.M. JACOBITTI y A.M. ROMANO, Electa Nápoles 1994, p. 8. En otra ocasión dijo que el Palacio iba perdiendo sus espléndidas proporciones, sin el Rey parecia poner «Margaritas ad porcos»].
La situación empeoró cuando Tanucci [“Maligna creatura” le llamaba Vanvitelli. Ibidem.] tomó el control del Reino, limitando el dinero de Vanvitelli; si en los ’50 trabajaban 2000 obreros, en los ’60 resultaban ser la mitad. Sin embargo, Vanvitelli siguió trabajando con pasión y empeño; en 1766 Galiani, Secretario de la Embajada napolitana en Páris llegó a Caserta y se asombró al ver la maravilla construida por Vanvitelli, juzgando los jardínes los más bellos y perfumados que los de Varsailles. Vanvitelli se alegró muchísimo. Tenía 65 años y estaba enfermo y ya pensaba en dejar su trabajo a su hijo.
En 1767 el Vesuvio le ayudó bastante con su violenta erupción: Rey Fernando IV se mudó desde Portici a Caserta y los trabajos empezaron de nuevo hasta su muerte en 1773; de todos modos, se añadieron variaciones al Palacio Real hasta 1920.
El Palacio
La primera piedra se puso oficialmente el 20 de enero de 1752, 36° cumpleaños de Rey Carlos. Vanvitelli presentó el proyecto el 2 de mayo del año precedente: A Carlos y María Amalia les gustó tanto que el arquitecto escribió a su hermano que estaba fuera de sí de contento.
El Rey pronto encargó la construcción del nuevo palacio con dos fachadas iguales, una en la plaza de armas, otra en los jardínes. En el proyecto original se encontraba una cúpula central y la estatua de Carlos, en el centro de la fachada.
Por la primera vez, el escalón central que lleva a los apartamentos reales (hoy es la sede de la Escuela Superior de la Puública Administración) se hallaba en el centro de un edificio.
El Edificio tiene 1200 habitaciones. Los jardínes se completaron cuando el Rey partió y en 1762 el agua de Maddaloni llegó a Palacio por el Acueducto Carolino.
Siendo el Palacio Real de Caserta una obra maestra de la arquitectura mundial, nos podemos solo ofrecer imágenes y opiniones sobre unos preciosos elementos.
Por el vestibolo superior se llega a la Capilla Palatina, parecida a la de Versailles (una galería desnuda con una columnanda que se erige en un alto estilobato), inaugurada durante la Misa de Media Noche de Navidad de 1784, con el Rey y el Cortes.
La Capilla está dedicada a la Imaculada Concepción, cuya imagen se encuentra pintada en la bóveda absidal.
Recordamos las Habitaciones de las Estaciones, salas pequeñas y muy decoradas: en la de “primavera” donde hay algunas espléndidas vistas de puertos por Hackert, el Rey y la Reina encontraban a los amigos intimos.
El apartamento del Rey amueblado con elementos alemanos, el de la Reina se presenta frivolo y elegante.
Por la Biblioteca Palatina con tres salas de estilo neoclásico, se llega a la Sala Eliptica, pintada de blanco, sin decoraciones, para el descanso; hoy se encuentra el precioso Pesebre borbónico.
Los Borbones favorecieron la antigua tradición napolitana del Pesebre, y cada Navidad se preparaba uno grande en el Palacio Real, gracias a la obra de los artesanos y de las Princesas que arreglaban los trajes de los pastores. Cabezas-manos-pies de los pastores eran de arcilla, el alma de estopa y de alambre.
Cada Pesebre nacía de un proyecto: el último de 1844 se puede admirar en el Palacio Real.
Por la Sala Eliptica se llega a la espléndida Pinacoteca Casertana con los retratos de los Soberanos.
De notable importancia es la sección dedicada a los paesajes que Fernando IV ordinó a J.P.Hackert, el segundo artista del Palacio Real.
Hackert, nació en Prenziau en 1737, y en 1768 llegó a Italia quedándose para sempre. En 1782 encontró a Rey Fernando y con maravilla notó como el Soberano conocese el arte.
Los dos se comprendieron pronto y ésto permetió la creación de espléndidas obras que se hallan en Caserta.
Recordamos el pequeño sino precioso Teatro de Cortes, al lado ocidental del Palacio. El teatro no estaba contemplado en el primero proyecto, y Vanvitelli lo añadió por orden de Rey Carlos en 1756.
Los maravillosos jardínes con las maravillosas esculturas no se pueden describir sino visitarlos de persona para darse cuenta de que esplendor la familia de Borbón nos ha dejado junto al esplendor del Palacio Real.